El reino de los sentidos
José Luis Carrillo Hernández.
Pocos lectores, pocos interesados en la lectura, sólo escasos dos libros promedio es lo que los mexicanos leemos anualmente, claro que algunos le ayudan a otros leyendo tres, cuatro, o más, sin embargo faltan lectores, muchísimos libros en las bibliotecas públicas jamás han tenido una lectura, ni hojeados por lo menos. Libros nuevos llegan periódicamente, sexenio tras sexenio y ahí permanecen casi intactos. Las librerías se han ido desapareciendo de nuestro entorno no tienen clientes, mas ahora con el internet, los posibles lectores están frente a una pantalla y un teclado, o son niños que tienen la promesa peñista de estar frente la computadora en el quinto y sexto grado.
Muchísimos libros editados con los directorios y logotipos de los gobiernos anteriores han sido tirados a la basura o en la mejor de las suertes permanecen confinados en almacenes, es desafortunada la suerte de los libros, sufren el rechazo de la mayoría de la población, pero también es desafortunada la población que es absorbida por la inercia de la ignorancia, la pobreza y las deficiencias de nuestro sistema educativo, francamente no se le puede pedir peras al olmo, la educación de los mexicanos es escasa y no enseña el hábito de la lectura, pero tampoco abona ningún otro hábito, entonces el problema no se arregla con conjuros discursivos o programas sexenales agota-presupuestos y que muchas veces se queda entre cuates, tampoco fórmulas mágicas hacen de una población ignorante una sociedad del conocimiento.
La mente y cuerpo humano no tiene en la lectura y en la vista las únicas manera de conectarse con su realidad, también tiene todo el reino de los sentidos para poder percibirla, a través de ellos el individuo puede percibir distintos lenguajes así con el tacto nuestra mente percibe texturas, volúmenes y formas tridimensionales, también lo frío y lo cálido. Con el oído se perciben los sonidos y es capaz de reconocer la voz y la extensa gama de sonidos y sus armonías, con la vista reconoce todas las formas de la naturaleza, luz y sombras, colores y matices, movimiento, profundidad, y todo tipo de signos y símbolos como los de la escritura. Así mismo, con los sentidos del gusto y del olfato se pueden reconocer la variedad de sabores, olores y sus intensidades, los sentidos permitieron al humano sobrevivir desde su aparición en la tierra.
Entonces si los sentidos son la base de la comunicación con la naturaleza y nuestro entorno, por qué no involucrarlos a todos en la formación de los ciudadanos, desafortunadamente nuestros sentidos están embotados, saturados o bloqueados, cada día se agregan imágenes y formas nuevas, aromas y sabores artificiales, los ruidos y sonidos de la naturaleza han sido sustituidos por los ruidos del desarrollo, de la tecnología, por el de las balas y sirenas, por nuestras inadecuadas formas de consumo.
Nuestra sociedad sufre de obesidad mórbida y anorexia mental, su tejido social sufre a diario una serie de desgarramientos violentos que agrega más toxicidad a este proceso violento al que nos han sometido y en el que sólo se benefician los más fuertes o más vivales, desafortunadamente todo lo que ha sucedido ha sido bajo la complacencia de los gobiernos que hemos tenido, los que están más comprometidos con los poderes facticos que con la sociedad al menos los resultados así lo indican: “malos, malos, malos”.
Nuestra educación sigue siendo la de ignorantes funcionales, la alimentación es la fuente de la mayoría de enfermedades que padece la población, la falta de oportunidades y la corrupción en todos los niveles en actividades lícitas y no lícitas es nuestro pan de cada día.
Sin embargo, es a través de los sentidos como se percibe el arte y sus manifestaciones, es la forma de ligar al hombre con sí mismo, con la cultura y sus valores, si en este mundo de herencia obligada el judeocristianismo occidental con sus instituciones religiosas, sociales y políticas han fallado en la promoción de las virtudes del hombre acerquémoslo ahora al arte, la última y única herramienta que despierta las cuerdas más sensibles del espíritu humano, donde nace la conciencia y el verdadero contacto con la realidad, y eso hay que irlo construyendo no con acciones y grandes gastos que sólo buscan promocionarse o posicionarse en los planos políticos aquí y en el exterior, cuando la pobreza y miseria intelectual pululan como marabunta por nuestras calles cuando cobran vida, ávidos de espacios, ávidos de identidad, desconcertados sin rumbo, adoptando modas y costumbres ajenas, obedientes inconscientes, rindiendo culto, enriqueciendo a todos aquellos que viven de embrutecer sus sentidos y envenenar sus cuerpos para simular bienestar.
La realidad obliga a replantear la dirección de las políticas públicas y por consiguiente las acciones en las que se invierte los recursos públicos que se dedican a la atención, promoción y la divulgación de las artes y la cultura, pues no se pueden depositar todos los huevos en una sola canasta y dejar las demás vacías, pues hay una diversidad de lenguajes y disciplinas artísticas que se manifiesta en nuestra sociedad y por lo tanto propias y requieren ser atendidas por la instituciones así con la misma calidez presupuestal con que son atendidos los festivales, artistas del exterior, concursos literarios y burocracia o ¿usted qué opina amable lector?
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